Las buenas fotos y el buen vino deben reposar

20/07/2020 Carlos PermuyCarlos Permuy 537

Uno de los mayores errores que, bajo mi punto de vista, cometemos los fotógrafos es seleccionar y procesar las fotos justo al llegar a casa después de un día tomando fotos. Voy a intentar explicar por qué es un error y cómo podemos evitarlo.

El factor emocional

A todos nos gusta disparar, ese momento de excitación al apretar el pequeño botón que mueve el obturador nos causa una sensación única, un "subidón" casi de felicidad. Sobretodo a aquellos a los que nos gusta el “Street Photography” o la fotografía documental ya que nos convertimos en “cazadores” y no hay mejor sensación que la de apretar el disparador cuando tenemos a nuestra presa a tiro.

No obstante, esto conlleva un problema y es que creamos un vínculo emocional con ese momento de euforia que hemos tenido al hacer la foto y, precisamente, esa euforia sigue ahí y nos traiciona cuando seleccionamos las fotos el mismo día, haciéndonos ver fotos “buenas” cuando en realidad lo que nos gusta no es tanto la foto sino el vínculo con el "subidón" del momento de tomarla.

El proceso de enfriamiento

La solución está en dejar pasar un tiempo entre el día que hemos tomado las fotografías y el día que seleccionamos y procesamos, de esta manera ese vínculo emocional que tenemos con el momento de la toma, y no con la fotografía, se enfriará y desaparecerá haciendo que seamos mucho más objetivos a la hora de seleccionar las mejores fotos para procesarlas. 

En mis talleres, una pregunta recurrente es ¿cuánto tiempo ha de pasar entre que hago las fotos y las selecciono y proceso? Pues me temo que la respuesta depende de tu forma de ser. Si eres muy apasionado puede que hasta meses meses. Si en cambio eres más frío a lo mejor con un par de semanas tienes suficiente. Sea como fuere, es importante dejarlas enfriar. En mi caso, nunca selecciono nada hasta que han pasado, como mínimo, tres meses y sé que cuando mejor selecciono es cuando han pasado incluso más, lo cual siempre cumplo a rajatabla si se trata de fotografía personal. Si es por trabajo, obviamente, no puedo esperar tanto. 

Las preguntas clave

Un buen amigo mío fotógrafo, curtido en mil batallas y con fotos publicadas en algunos de los mejores periódicos europeos, me comentó un día que para seleccionar bien las fotografías era necesario hacerse estas preguntas:

  • ¿Por qué tomé esta foto?
  • ¿Qué pensaba cuando la tomé?
  • ¿Qué quería transmitir o contar con ella?

Si no tenía la respuesta a estas preguntas, seguía mi amigo, lo mejor era borrarla y olvidarse de ella aunque estuviera correcta técnica y estéticamente ya que no trascendería más allá. Con el tiempo he acabado por darle la razón y estas tres preguntas, tan fáciles de hacer y tan difíciles de contestar, son las que siempre me hago al seleccionar y si no tengo respuesta a alguna de ellas, descarto por completo la foto.

Nuestro mayor crítico

Otro factor muy importante es el de la autocrítica. Debemos ser nuestros críticos más feroces. Si no estamos seguros de una foto pasado el tiempo de “enfriamiento” entonces debemos descartarla inmediatamente. Eso también vale para aquellos que enseñan las fotos al seleccionarlas y preguntan ¿esta foto te parece buena? En ese caso les puedo decir de antemano que no, no lo es, porque tienen dudas y, si dudas, es que no es buena.

La cultura visual

Es necesario tener una buena cultura visual ya que nos ayudará a seleccionar nuestras mejores fotos y esta se obtiene con el tiempo. No debemos tener prisa por aprender ni por tomar fotos “buenas”. Todos podemos comprar cámaras, podemos comprar objetivos, comprar libros y pagar cursos de fotografía pero lo que no podemos comprar es la experiencia y esta viene con el tiempo. En otro artículo hablaremos con más profundidad de la cultura visual.

El efecto tiempo

El tiempo ejerce un curioso efecto en las fotografías ya que algunas que nos parecían muy buenas a la hora de pasarlas al ordenador ya no nos lo parecen tanto unas semanas o unos meses más tarde y, por contra, aquellas fotos que nos habían pasado totalmente desapercibidas y que incluso hubiéramos descartado vemos que con el tiempo han cogido cuerpo, como un buen vino, y que nos gustan mucho más, hasta el punto de parecernos buenas.

Como ejemplo, la foto que os adjunto en este artículo la había descartado en principio para recuperarla meses después.

¡Hasta el próximo artículo!
 

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