Hace unos días os explicaba el por qué no sólo era lícito el pedir permiso a un desconocido para hacerle un retrato sino que también era aconsejable para ir perdiendo el miedo. Hoy intentaré comparar ambos tipos de retrato.
La foto de la chica en blanco y negro fue un posado, como os podéis imaginar. Precisamente el mayor problema de los retratos posados de gente no profesional, es decir que no es modelo, es que no saben posar y suelen salir imágenes con facciones muy forzadas con falsas sonrisas. Algunos recursos que yo suelo usar es pedirles que no sonrían, que miren al objetivo, que miren a mi hombro izquierdo o derecho ya que si no saben posar ¡es mejor que no lo intenen! En este caso, además de pedirle que no posara, le insté a que intentara mostrar su parte melancólica. Aquí, por ejemplo, se le puede pedir que piense en algo que evoque su melancolía, como un recuerdo de su niñez, para que quede una foto lo más natural posible.
En cambio, en el robado del ejemplo de la fotografía en color, eres tú el que debes determinar si la expresión facial es la que estás buscando y sumarle si los rasgos distintivos de la persona (vestimenta, peinado, "look") son los adecuados. La ventaja de estas fotos es que suelen ser mucho más naturales ya que el sujeto no mira a la cámara con una sonrisa de oreja a oreja, que es lo que suele pasar cuando pides permiso, sino que está ensimismado en sus pensamientos y, por lo tanto, es un posado 100% natural. En los retratos robados la dificultad estriba en decidir si el sujeto es suficientemente fotogénico o no según lo que estemos buscando o en qué proyecto le queremos incluir. A la chica del robado le enseñé la foto y se la mandé posteriormente.
Animaos a realizar vuestros propios retratos siempre teniendo en la cabeza de antemano qué tipo de retrato queréis, tanto si es permitido como si es robado, porque en ambos casos la improvisación suele resultar en un retrato insulso y sin alma.
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